Vamos a hablar un poco sobre la dificultad para dormir. ¿Usted o alguien cercano tiene problemas para dormir? ¿Sabía que existen enfermedades relacionadas con esta dificultad? Dormir bien es un privilegio que no todos disfrutan. La falta de tiempo, el exceso de preocupaciones, las responsabilidades familiares y laborales, las enfermedades y otros factores pueden impedir que una persona concilie el sueño o lo mantenga durante la noche.
La dificultad para dormir se caracteriza por problemas para iniciar o mantener el sueño y por la sensación de descanso no reparador durante al menos un mes. Esta situación causa un perjuicio significativo en la vida diaria. También puede ser un síntoma o consecuencia de otra enfermedad o, con mayor frecuencia, de un trastorno del sueño.
Para comprender mejor, vamos a explicarle cómo funciona nuestro sueño. Este se divide en cuatro fases, cada una con una función específica. Estas fases se repiten en ciclos de 70 a 110 minutos, entre cuatro y cinco veces por noche. Alterar cualquiera de estas fases puede provocar consecuencias a corto y largo plazo.
Trastornos del sueño más comunes
- Insomnio: El insomnio consiste en la dificultad para iniciar el sueño, mantenerlo durante la noche o evitar el despertar precoz. Puede ser transitorio (aparece y desaparece), de corto plazo (dura hasta tres semanas) o crónico (persiste más tiempo).
Puede presentarse solo o asociarse con enfermedades como depresión, alteraciones hormonales o trastornos neurológicos. También puede provocarse por el consumo de cafeína, alcohol, drogas, tabaco, diuréticos o antidepresivos. Para tratarlo, es importante consultar a un médico que identifique las causas y recomiende medidas. La higiene del sueño, que implica adoptar hábitos que favorezcan el descanso, es fundamental. En algunos casos, se pueden indicar medicamentos, pero nunca se debe recurrir a la automedicación.
- Apnea del sueño: La apnea obstructiva del sueño (SAOS) ocurre cuando las vías respiratorias se bloquean durante el descanso nocturno. Suele acompañarse de ronquidos, disminución del oxígeno en sangre y y despertares breves para recuperar la respiración.
Este bloqueo provoca alteraciones en las fases profundas del sueño. Quienes la padecen suelen presentar somnolencia diurna, dolor de cabeza, pérdida de concentración, irritabilidad, problemas de memoria e hipertensión arterial.
Para diagnosticar y determinar el grado de la enfermedad, se analiza el período de sueño mediante una polisomnografía, que puede realizarse en un laboratorio del sueño o en el domicilio. En la polisomnografía estándar, tipo I, el paciente duerme en un laboratorio conectado a sensores que registran el paso de aire por las vías respiratorias, la oxigenación sanguínea, la frecuencia cardíaca y los movimientos torácicos y corporales; en algunos casos, también se incluyen canales neurológicos. Actualmente existen opciones más simples y accesibles, como el Examen del Sueño Biologix®, una polisomnografía multimodal que se realiza únicamente con un oxímetro (sensor Oxistar) conectado a la aplicación Biologix. Esta solución permite estudiar una o varias noches de sueño y obtener un diagnóstico de forma práctica, rápida y eficaz.
Este monitoreo puede repetirse tantas veces como sea necesario durante el tratamiento, lo que facilita ajustes precisos en la terapia por parte del profesional de salud.
La apnea del sueño puede clasificarse en tres niveles, dependiendo de la cantidad de pausas en la respiración que la persona tiene por hora, según el índice de apnea-hipopnea (IAH):
- Leve: IAH ≥ 5 y ≤ 15
- Moderada: IAH > 15 y ≤ 30
- Grave: IAH > 30
En casos leves y moderados, los odontólogos pueden indicar aparatos intraorales que adelantan la mandíbula, la base de la lengua y los tejidos faríngeos, aumentando el tamaño de las vías respiratorias superiores para facilitar el paso del aire. En casos graves, se utiliza el CPAP (presión positiva continua en la vía aérea), acompañado de cambios en el estilo de vida como bajar de peso y dejar de fumar. En algunas situaciones, se recomienda cirugía para corregir obstrucciones causadas por deformidades o colocar implantes.
- Síndrome de las piernas inquietas: Este síndrome se caracteriza por un deseo intenso e irresistible de mover las piernas, a menudo acompañado de movimientos involuntarios. La necesidad de moverlas o la sensación de incomodidad aparece o empeora durante períodos de reposo o inactividad, ya sea sentado o acostado. Generalmente, los síntomas se intensifican por la noche, dificultando o impidiendo el sueño. Como consecuencia, la persona pasa el día somnolienta, cansada, con falta de energía e irritabilidad.
Los síntomas principales son:
- Sensación de incomodidad y necesidad urgente de mover las piernas
- Dolor
- Hormigueo
- Escalofríos
- Puntadas
La causa exacta del síndrome no se conoce por completo. Se sabe que, además de la predisposición genética, la deficiencia de dopamina y de hierro en áreas motoras del cerebro está vinculada a los movimientos involuntarios y repetitivos característicos de la condición. En mujeres, se consideran factores de riesgo: edad mayor de 50 años, embarazo, deficiencia de hierro, consumo excesivo de alcohol o cafeína, y trastornos del sueño como narcolepsia o trastorno conductual del sueño REM.
El diagnóstico es clínico y se basa en la descripción de los síntomas. En algunos casos, se solicitan exámenes complementarios, como polisomnografía y análisis de ferritina y transferrina, para evaluar el transporte de hierro en sangre periférica.
En casos leves, el tratamiento puede incluir benzodiacepinas (fármacos con efecto ansiolítico). En casos graves, se utilizan medicamentos que estimulan los receptores de dopamina en el cerebro sin aumentar su concentración en la sangre.
- Narcolepsia: La narcolepsia es un trastorno caracterizado por episodios súbitos e incontrolables de sueño que pueden ocurrir en cualquier momento del día, incluso en situaciones inusuales: de pie en el transporte público, durante una consulta médica, conduciendo o manipulando maquinaria, por ejemplo.
Estos episodios pueden provocar accidentes y afectar la vida social y laboral de los pacientes.
Los síntomas incluyen: somnolencia diurna excesiva, pérdida súbita e incontrolable del tono muscular (cataplexia), a veces tan intensa que derriba a la persona al suelo. Puede desencadenarse por emociones intensas, generalmente positivas como la risa, aunque también por miedo o enojo, por ejemplo. Otro síntoma es el sueño nocturno fragmentado, con múltiples despertares, movimientos excesivos y sensación de sueño no reparador.
Es una condición crónica sin cura que puede afectar seriamente la calidad de vida de quien la padece. Sin embargo, es tratable y su síntoma principal, el exceso de sueño durante el día, puede controlarse con medicamentos y cambios en el estilo de vida.
Los especialistas aún desconocen la causa exacta de la narcolepsia, aunque muchos creen que los factores genéticos podrían estar directamente relacionados con su aparición. Una de las hipótesis más aceptadas señala que la enfermedad puede originarse por la pérdida de un grupo de células ubicadas en el hipotálamo. Estas células mueren de forma prematura y dejan de producir hipocretina, un neurotransmisor que regula las emociones, la vigilia y el apetito. El desequilibrio de estas sustancias puede provocar la aparición del sueño REM en momentos inadecuados.
El tratamiento de la narcolepsia busca mantener los síntomas bajo control. Incluye medicamentos que estimulan la actividad cerebral para ayudar al paciente a mantenerse despierto.
Como complemento, adoptar hábitos de vida saludables puede mejorar la calidad de vida. Entre las recomendaciones se encuentran: seguir una alimentación equilibrada y ligera, evitar comidas copiosas, programar siestas después de comer, y no consumir bebidas alcohólicas ni otras sustancias que aumenten la somnolencia.
¡IMPORTANTE! Solo los médicos y odontólogos debidamente calificados pueden diagnosticar enfermedades, indicar tratamientos y recetar medicamentos. La información disponible en este blog es solo de carácter educativo.